viernes, 17 de abril de 2020

EL FRENTE DE JUVENTUDES




Los que se habían distinguido en acciones “meritorias” o “heroicas” durante la Guerra Civil no vivían en paz, mientras no estaban reviviendo el pasado u obstruyendo el natural desenvolvimiento de los enemigos que habían salvado la piel. Y cuando no tenían otra ocupación se entretenían marcándole lo que les era permitido hacer a los que no eran de su ideología. Aprendido de sus mayores, los del Frente de Juventudes se dedicaban a molestar a chiquillos y adolescentes.

            En una ocasión que un grupo de estos aprendices de fascistas molestaban a unas adolescentes, como hubiera un muchacho que censurara su conducta, y recibiera de respuesta un puñetazo, al replicarle con otro al agresor, éste pitó fuertemente con un silbato a cuyo pitido acudieran 20 o 30 salvadores de la patria que tiraron al suelo y lo patearon hasta que pudo levantarse. Comentaba después el agredido que entre sus amigos solo acudió uno a protegerle y ampararle. Había sucedido el atropello en la diagonal imaginaria que iba del Café de Pendón a la Posada, en las proximidades de ésta.
            Cuando iba con su único amigo hacia su casa se interpuso en su camino un vecino Falangista que esgrimiendo una pistola lo amenazó de muerte. Se oyó una voz diciendo:
            -“Tú matas en el paredón, pero no aquí”.
            Al llegar a su casa, al bañarse pudo comprobar que en su espalda tenía grabada las herraduras que para su gloria y la de su patria usaban estos forjadores de la grandeza de España.

            Después de la derrota de Hitler, Franco se apresuró a esconder todos los oropeles y toda su verborrea pseudo-sindicalista aproximándose a la Gran Nación Americana. Truman prefirió habérselas con un dictador apátrida. Como ya no hubiera presupuesto para equiparar a los aprendices para que siguieran el camino del Imperio hacia DIOS, las gloriosas juventudes, supervivientes de la bacanal patriotera, pensaron algún día festivo mandar a la taberna de M.J.V. por una arroba de vino peleón. Como no pretendían pagarla y que se la apuntaran a la cuenta de Falange, el dueño le exigió la firma y como no la obtuvieran, su entusiasmo patriotero y agresividad se esfumaron, no sabiéndose más de ellos. Salvo la excepción protagonizada por un tal F.B. maestro procedente del Frente de Juventudes de Cádiz, paisano del alcalde que para proteger su economía ahorrándole el alquiler del piso, le cedió el antiguo de las Juventudes que originalmente las denominaron “Balillas” como las italianas del Duce y posteriormente “Flechas” para finalmente llamarlas “Frente de Juventudes”, en cuyo piso se guardaba el siniestro utillaje y bisutería que requería la representación de su siniestro teatro; como íbamos diciendo, este ejemplar profesor aprovechó su estancia gratuita para vender las trompetas y los tambores.
            De este singular patriota se cuenta que en una ocasión que  llevaba a misa a sus alumnos los Domingos, como es natural en niños de pequeña edad que salvaban su aburrimiento charloteando y jugando, la emprendió a bofetadas con ellos hasta que los redujo a quietud y sollozos. La cobardía y envilecimientos eran tales que ningún familiar fue a denunciar el caso ni al cura ni al Cuartel; solo un hermano lo hizo y obtuvo tanto de uno como del otro la indiferencia por respuesta; por lo visto admitían que así se lograba el “proselitismo”. Quizás este tratamiento “cariñoso” de los niños haya determinado la irreligiosidad actual entre otros factores.
           

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