Aquel padre sin
identificarse con aquel rústico que tenía una pequeña viña en “Los Veinte Pilares”,
que por motivos ignorados las gentes aludían a él con el mote del “Papa”, con
intención no exenta de ironía, cuando venía al pueblo para hacer los “mandados”
con su hablar y pasos lentos, a quien quisiera escucharle le iba aleccionando:
- “Toda familia que pretendiera situarse bien había de contar con un abogado”. Pero
haciendo la salvedad que él estimaba como “bonanza o bienestar” sólo las económicas.
Ello lo manifestaba con menos refinamiento que aquí se hace y detallaba varios
nombres de familias pudientes, sin excluir cierto tono despectivo; como
decíamos, aquel padre solo pretendía que su hijo tuviera cultura en general y
adquiriera prestigio.

En aquel Colegio de Ronda donde el campo se veía a través de
grandes y largos enrejados de hierro, habituados a las normas del excepcional
maestro de Ubrique, Fernando Gavilán, durante los tres primeros cursos, al que
dábamos las lecciones cuando las dominábamos y entonces disponíamos de todo el
día para estudiar las otras lecciones
y explorar el campo, en aquel Colegio, como decíamos, el contraste era tan
violento que nos arruinó física y moralmente. Como no tuviéramos ninguna
afinidad con la mayoría de los alumnos procedentes de ciudades, limitamos
nuestras amistades a más de los paisanos, a J.S.D de Ardales, y de Ronda a
G.S.G.
De este muchacho quiero dedicar un comentario aparte porque
según mis noticias, arriesgó su vida
para salvar la de su padre. El padre fue detenido por la razón de ser
propietario, la inversa que justificaba en el bando contrario a privar de la
vida a cualquiera por el hecho de ser trabajador. Uno de sus trabajadores que
lo estimaba, con antelación la noche que lo iban a ejecutar en el paredón del
puente de la Ventilla avisó a la
familia; entonces el niño, sin asentimiento ni indicación de nadie, se iba con
su bicicleta y se apostaba detrás del citado paredón hasta el momento que
llegaba el instante de asesinar a su padre en que se abrazaba a él. Ante la
imposibilidad de los asesinos de separar al niño, desistían de ejecutar el
crimen. Así ocurrió varios días hasta que tuvo la suerte que las fuerzas
autodenominadas nacionales liberaron Ronda.
Esta historia no nos la contó él. Fue un médico, llamado
Gutiérrez del Álamo, que nos daba clase de 4º de Naturales quien trataba Gregorio
con una delicadeza y afecto que a todos nos sorprendía. Pero un día se rompió
la cordialidad y los elogios sin límites; le expresó en duros términos que su
comportamiento no era el que correspondía. Nosotros, más sorprendidos del
cambio, investigamos hasta que supimos la verdad, que era la que precede. Se
nos dijo también que ésta que era la versión de los hechos del médico, era absolutamente
veraz por cuanto que era obligado por sus opresores, que también lo tenían
encarcelado, a asistir a las ejecuciones y que llegaron hasta el extremo de
crueldad de obligarle a hacerle la autopsia a sus recién asesinados hermanos.
¡Gregorio¡ Ya que no estás con nosotros,
a pesar de que me retiraste la palabra por un comentario inadecuado que hice de
una afirmación de Julián Marías, quiero dejar constancia que tú disfrutas del
Cielo, que según dijo el Papa Francisco no está ni arriba ni abajo sino en el
corazón de los que te admiramos y seguimos queriéndote. Omito la razón por la
que el médico desprestigió a Gregorio: Como una chiquillería más, pretendió
noviear con su hija Clotilde.

Otros relatos lamentables siguen. El más grave y sin final
de alegría y esperanza lo protagonizó un cura de nombre M.M.M. Era incompatible
con la salud de los niños la densidad de sacerdotes, que había en nuestro
colegio, tocados de los pulmones. Ello era debido o como consecuencia de la
Guerra Civil o a las faltas de alimentos. Por otra parte, era natural que sus
superiores enviaran a cuantos componían la Orden y estaban resentidos a un
lugar sano como Ronda. En la misa de 11 para los familiares- a las 9 o antes se
celebraba la de los alumnos- cuando el cura antedicho consagraba el pan y el
vino que debieran para los creyentes transmutarse en Sangre y Cuerpo de Cristo
tuvo una hemoptisis y se mezcló lo Sagrado con la sangre enferma. Se ignora cómo
resolvieron el terrible problema teológico que se les presentó, que de todas
formas era muy complejo; si lo ingerían podían contagiarse y si se deshacían de
él podrían incurrir en profanación.
Otro grave problema que padecieron los niños, por la tacañería
de aquellos “santos” varones fue la falta de duchas calientes en el Invierno;
ello originó que alguien contrajera la sarna y que rascándose eyaculara dentro
de una clase y que a la vista de todos,
se extendiera el suceso. El clero, en vez de averiguar lo sucedido, lo propaló
y desprestigió en grado superlativo. El alumno, que no había tenido propósito
de masturbarse ni de romper su castidad, quedó completamente desprestigiado y
desorientado.
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