Por Prudencio Cabezas Calvo
Ubrique 11 de Mayo de 2017
Anteayer, al atardecer, podrían ser las 7 y 30 de la tarde,
cuando iba en el coche de mi hijo Pruden, sin cinturón, distraídos charlando,
en un stop de la plaza de la Estrella, se nos acercó el policía de turno en
dicho lugar y con toda cortesía nos requirió a que subsanásemos la falta
apuntada.- Nos apresuramos a normalizarnos no sin antes expresarle nuestra
gratitud y pedirle perdón por nuestra omisión.-
Como no siempre es este el comportamiento, estuve pensando
la causa de su ausencia.-
Recordé que en los regímenes autoritarios donde se parte
del error de que todos somos perversos y que actuamos de mala fe, los
vigilantes del orden, se limitan expeditamente a reprender y multar.- El
presupuesto de la acción violenta punitiva desde las más altas esferas a las
inferiores y justificación de su autoritarismo es - repetimos-precisamente el
concepto de la malevolencia que tienen de la sociedad posiblemente y tal vez la
excepción meliorativa de ellos mismos.-
Por el contrario en la democracia prevalece el criterio que
aún admitiendo la complejidad humana que no está exenta ni de la maldad ni de
la benevolencia la forma en que predomine la segunda por reciprocidad es
tratarla correctamente y presumir inocencia en los comportamientos no ejemplares.-
Tal vez otro día refiera sobre la maldad la actitud más
correcta que no es simplemente condenarla sino tal vez entenderla para
superarla.- Reiteramos nuestra gratitud a superiores y auxiliares cuyo
comportamiento elogiamos.-
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